Esta es la primera evidencia de que el tratamiento antiviral triple de interferón beta-1b, lopinavir-ritonavir y ribavirina, junto con atención médica, es seguro y acorta la duración de la eliminación viral, en pacientes leves a moderados con COVID-19.
Desarrollar un medicamento es un proceso largo. Se inicia con la identificación de dianas terapéuticas, para dar con los compuestos adecuados para tratarlas. Una vez identificados los fármacos, primero, el laboratorio científico debe realizar una investigación preclínica, para estudiar el medicamento in vitro o en modelos animales; luego clínica, con el estudio del fármaco en los primeros seres humanos. Después, el medicamento entra en fase 1, con ensayos en grupos de pacientes sanos y voluntarios. La fase 2 consiste en pruebas con grupos algo más grandes (de 100 a 500), para determinar la eficacia y la dosis adecuada. En la fase 3, se aumenta la muestra (hasta 5000 pacientes) y se monitorizan los efectos secundarios. Finalmente, en la fase 4, el medicamento está listo para ser comercializado, y se inician los trámites para su registro y autorización.
Laboratorios de todo el mundo están investigando fármacos contra la COVID-19, que se encuentran en diferentes fases de su desarrollo. Ahora, un estudio publicado en The Lancet (una prestigiosa revista científica, indicativo de la calidad del estudio) ha publicado los primeros resultados de la fase 3 de una terapia triple (basada en tres fármacos).
Resultados prometedores
La terapia consistió en dos semanas de interferón beta-1b más lopinavir-ritonavir y ribavirina, que se inició dentro de los 7 días posteriores a la aparición de los síntomas de COVID-19. La conclusión es que la triple terapia resultó ser segura y más efectiva para reducir la duración de la eliminación viral (el coronavirus se eliminaba del organismo más rápidamente) que en las terapias con lopinavir-ritonavir (otro fármaco que se encuentra en ensayo clínico); pero con un matiz: solo en pacientes con enfermedad leve a moderada, según el primer ensayo en fase 3, que involucró a 127 adultos de seis hospitales públicos de Hong Kong.
No hay evidencia en pacientes graves
Estos hallazgos tempranos, como hemos mencionado, no incluyen casos graves de COVID-19, y los autores hacen hincapié en la necesidad de realizar ensayos más grandes para examinar la efectividad de esta combinación triple en pacientes críticos.
Carga viral en su punto álgido
La experiencia con la influenza, que tiene una alta carga viral (la cantidad de virus que está presente en el cuerpo de una persona infectada) en el momento en que aparecen los síntomas, sugiere que el tratamiento de pacientes hospitalizados con una combinación de múltiples medicamentos antivirales puede ser más efectivo que los tratamientos con un solo medicamento, minimizando así el riesgo de resistencia antiviral. Los autores plantearon la hipótesis de que este podría ser un posible enfoque terapéutico para la COVID-19, en el que la carga viral también alcanza su punto máximo en el momento del inicio de los síntomas.
Pero, de nuevo, hacen falta más estudios para comprobar si es efectivo en pacientes con enfermedades más graves (en quienes el virus ha tenido más tiempo para replicarse).
Fármacos viejos conocidos
Los medicamentos usados en esta triple terapia ya habían sido usados para el tratamiento de otras enfermedades. Lopinavir-ritonavir es normalmente utilizado para tratar el VIH; la ribavirina es un fármaco contra el virus de la hepatitis C. La combinación de ambos ya redujo significativamente la insuficiencia respiratoria y la muerte en pacientes hospitalizados con síndrome respiratorio agudo severo (causado por el coronavirus SARS-CoV-1) durante el brote de 2003.
Por último, el interferón beta-1b, desarrollado para tratar la esclerosis múltiple (EM), reduce la carga viral y mejora los problemas pulmonares en estudios con animales en la infección por coronavirus MERS-CoV del síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS).
Limitaciones
Los autores destacan varias limitaciones en el estudio, como que fue un estudio abierto en el que tanto los investigadores como los pacientes conocían el tratamiento que los participantes estaban recibiendo y no tenían un grupo placebo. También señalan que los resultados pueden ser confundidos por el subgrupo de 34 pacientes dentro del grupo de combinación que ingresaron 7 días o más después del inicio de los síntomas, y no se les ofreció interferón beta-1b, pero se analizaron como parte del grupo de combinación.
Este estudio presenta un paso hacia la búsqueda de una terapia muy necesaria para el SARS-CoV-2. Sin embargo, como reconocen los autores, es necesario examinar la eficacia del interferón beta-1b solo o en combinación con otros medicamentos para tratar los pacientes graves o en estado crítico con COVID-19, y en comparación con pacientes con placebo.
Fuente: Diario Panorama