Seis imperdibles historias del Loco Gatti en Boca

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El revolucionario arquero, de 75 años, logró recuperarse del coronavirus en Madrid. En sus 12 años en el arco del Xeneize, acumuló vivencias y anécdotas dignas de un guión cinematográfico

Hugo Gatti superó al coronavirus: tras varios días internado, le dieron el alta, volvió a su casa de Madrid y recibió el respaldo de todo el mundo del fútbol. El Loco, de 75 años, vive desde hace un tiempo en la capital española junto a su familia. Su paso por Boca duró 12 años consecutivos, desde 1976 hasta 1988. Este tránsito por la institución en la uqe se convirtió en ídolo, dejó innumerables historias que merecen ser contadas. Aquí, una selección de seis que ilustran la personalidad de un personaje irrepetible,

LA FINAL QUE ATAJÓ CON LOS GUANTES DE AMADEO CARRIZO

El 14 de septiembre de 1977 fue histórico para Boca. En Montevideo venció a Cruzeiro en el tercer partido de desempate y se consagró por primera vez campeón de la Copa Libertadores. El duelo se definió por penales tras la igualdad sin goles. Gatti se transformó en héroe y le atajó el último disparo a Vanderley. Ese día, el Loco se puso los guantes que le regaló Amadeo y mantuvo la cábala que utilizó desde que los recibió por intermedio de Ernesto Mastrangelo, quien era muy amigo del golero millonario por ser ambos de Rufino (Santa Fe).

Luego de consagrarse, Gatti le devolvió los guantes a su compañero en el campo de juego del estadio Centenario y le dijo: “Toma, te los regalo son tuyos”, según reconoció Mastrangelo en dialogo con Infobae,

EL DÍA QUE EL TOTO LORENZO LO BORRÓ POR TRES MESES

Corría el año 78 cuando se peleó duramente con el director técnico. Ambos eran de fuertes personalidades. El 24 de agosto, Boca visitó a Belgrano en Córdoba. En los primeros 45 minutos, Gatti se comió dos goles. El entrenador estaba muy ofuscado porque el arquero no acomodaba bien la barrera en las pelotas paradas y no permitía que le colocaran un hombre en unos de sus palos, porque creía que estirándose llegaría al balón. De esa manera, el partido comenzó 2 a 0 abajo. En el entretiempo, Lorenzo lo sacó y lo mandó al banco de suplentes. Su reemplazante fue Osvaldo Santos. Al final, el conjunto de la Ribera cayó por 5 a 1.

Al día siguiente, cuando Gatti llegaba a la Candela previo a la primera practica del plantel, el entrenador Xeneize le dijo: “Andate y no vuelvas más”, recordó Mastrangelo, integrante del plantel campeón. “Andá al oculista para que te pongan lentes de contacto, porque no ves bien”, le insistió al guardavalla. Y, por último, le dijo: “No quiero que te entrenes más con nosotros”, le recalcó muy enojado el Toto.

Fue tanto el enojo de Lorenzo que lo suspendió por 8 partidos: Chacarita, All Boys, Unión, River, Godoy Cruz y otra vez Unión por el Metropolitano; Atlético Mineiro por Libertadores y el amistoso contra el Cosmos. Recién volvió en febrero de 1979 ante Rivadavia de Necochea. Fue la primera pelea fuerte entre ambos, tras ganar el Metropolitano y Nacional de 1976, las Libertadores del 77 y 78 y la Intercontinental ante el Borussia en Alemania, el 1 de agosto de 1977.

LOS OTROS APODOS

Hugo Gatti fue protagonista decisivo en las conquistas del club a nivel nacional e internacional. De esta manera, se ganó la idolatría de la hinchada Xeneize. En la cancha se transformó en un ser muy querido por los boquenses, Y definido como Loco por sus salidas del arco y sus gambetas. Mas allá de esto, fuera de la misma los compañeros lo llamaban Ogro y Pijotero.

Era muy solitario, no se juntaba con nadie. Siempre andaba sólo. Nunca rodeado de gente. Era un ogro, lo llamábamos de esa manera”, contó José María Suárez. Y agregó, risueñamente: “Le gustaba tomar sol porque decía que le daba energía, ja”. El número 1 de Boca, además, le tenía miedo a la oscuridad y, en cada concentración, dormía con un velador prendido.

Por su parte, Roberto Passucci, compañero de Gatti durante seis años, reconoció que: “El Loco no hacía grupo. No tenía amigos personales. Un hombre muy coherente e inteligente. Te asesoraba y aconsejaba muy bien. Pero le gustaba andar solo, como individuo de campo que había llegado recién a la ciudad. Tenía una habitación en la Candela individual y descansaba solo”, contó.

“Muchos los tildaron de tipo jodido y nada que ver. No se metía con nadie y en ningún quilombo. Un hombre re agradable y pijotero”, argumentó el ex mediocampista, quien dio más detalles de la convivencia y mostró un lado desconocido del oriundo de Carlos Tejedor. “No quería gastar plata. No te pagaba un café ni empedo. No lo afectaba mucho, igual”.

No obstante, el ex técnico de All Boys recordó una anécdota de 1982: “Tras una gira por Asía de más de 40 días, hicimos escala en Madrid antes de regresar a Buenos Aires. La empresa de viaje nos notificó que había sobrepeso y debíamos pagar un plus económico. Tras una reunión con los dirigentes, decidimos dividir el pago entre todos, pero hubo uno que se negó a hacerlo. Fue Gatti, quien dijo que no iba a pagar de ninguna manera. Estábamos todos de acuerdo menos él. Lo dividimos entre casi todos porque estaba empecinado en no garpar”, argumentó.

Según cuentan puertas adentro, cuando se cambiaba post entrenamiento utilizaba el shampoo, la pasta dental y el perfume de sus compañeros. “Él iba con la llave del auto únicamente a entrenar”, afirmó Passucci. Y agregó: “Una vez llevé un frasco con poca crema para lavar el pelo. Entonces, entre varios le meamos el tarro hasta la mitad y lo cerramos. Lo sacudimos, para que hiciera espuma. Entonces, cuando llegó, se lo pusimos al lado. Lo agarró y se fue a bañar. Cuando terminó, dijo ´muy bueno este shampoo´. Y a los dos días se enteró de la maldad que le habíamos hecho y nos insultó a todos”, relató, entre carcajadas.

LA PELEA CON UN COMPAÑERO EN UN PARTIDO

El 19 de julio de 1981 se peleó con Francisco Sá durante el juego ante Estudiantes. Gatti estaba obsesionado con que la defensa debía achicar en mitad de cancha y ÉL transformarse en un arquero-líbero. Le gustaba jugar adelantado. Entonces, la defensa estaba metida en el fondo por el juego de su rival y Gatti, por la bronca que tenía, insultó a los cuatro defensores. Pancho, primer marcador central, le respondió: “Déjame de romper las pelotas, loco de mierda”. Fue una discusión fuerte que resonó entre sus compañeros. Luego, Boca ganó 1 a 0 con gol de Hugo Perotti, tras La habilitación del arquero que llegó con pelota dominada hasta la mitad de cancha.

CUANDO LA PASÓ MAL POR LA LLEGADA DE MARADONA A BOCA

El 20 de febrero de 1981, Boca presentó a Diego Armando Maradona como nueva incorporación. La llegada del 10 generó un revuelo institucional y también, futbolístico.

Dos días más tarde, el Xeneize debutó en el torneo Metropolitano enfrentando a Talleres en la Bombonera. Luego recibió a Instituto, visitó a Huracán y, el 11 de marzo, jugó con Platense de local. En esos cuatro partidos, Gatti fue titular. Pero, a partir de la quinta fecha atajó Carlos Rodríguez por cuatro meses consecutivos. Defendió el arco durante 26 encuentros.

Mientras tanto, el Loco quedó marginado. Empezó el año con un problema contractual. No pudo arreglar su situación económica. Pidió una mejora en el contrato por la llegada de Maradona, que pasó a ser en el mejor pagado del plantel.

Gatti pretendía cobrar lo mismo que el 10. Pero no logró un acuerdo con Martin Noel, presidente de la institución. Entonces, se rebeló, fue separado del plantel y su nuevo convenio se dilató hasta julio.

Resuelto el conflicto cuatro meses después, por pedido de sus compañeros el entrenador Silvio Marzolini le devolvió la titularidad. “Mas allá del buen momento de la Pantera, el Loco era único y tenía que volver a atajar, Nosotros percibíamos que tenía que ser el titular”, subrayó Passucci.

SU ENFRENTAMIENTO CON LA BARRA BRAVA

Gatti cortó la relación con la Doce antes de las elecciones a gobernador de la Provincia de Buenos Aires en 1987. Cuando internamente les consultaron a los jugadores a quiénes iban a votar, él aseguro que a Juan José Casella, el candidato por la UCR, porque tenía la banca de Raúl Alfonsín. Al mismo tiempo, grabó un spot televisivo sentado cómodamente en el sector A de la platea en la Bombonera. Aconsejaba votar por el candidato del presidente de la Nación. Todo esto, durante el marco de la presidencia de Antonio Alegre, con llegada al radicalismo.

Por su parte, la barra brava de Boca, encabezada por José Barrita, estaba ligada al peronismo, con Antonio Cafiero a la cabeza. A partir de ese momento, empezó la grieta entre los barras y el arquero estrella. Fue un verdadero problema para Gatti, quien nunca fue perdonado por su elección política y empezó a tener serios inconvenientes con los violentos.

La primera vez fue el domingo 30 de agosto, cuando arrancó el torneo y el Boca de Roberto Saporiti perdió contra Estudiantes por 2 a 1 de local. Durante la tarde se entonaron varios cánticos. Entre ellos, “los Bosteros el domingo, votamos a Cafiero”. Y el hostigamiento se fue profundizando, con silbidos y un duro mensaje al arquero: “Borom bom bom, andate Gatti, sos un ladrón”.

EL VINITO DE TODOS LOS DÍAS

Al Loco le gustaba mucho tomar vino. Solía beber dos vasitos antes de los partidos: “Un día, en la concentración, previo a una cena, armamos la mesa de cuatro y nos dividimos entre los integrantes del plantel, donde había chicos de la reserva. Ponían una botella de vino por mesa. Pidió sentarse con los juveniles porque sabía que los chicos no iban a tomar. Se quería beber la botella él solo”, recordó el Colo Suárez.

Gatti supo confesar: “Unos vinitos hacen muy bien. Yo siempre tomé antes de los partidos. Me sacaba el cagazo. Porque aquel que dice que nunca sintió cagazo, miente. Y el vino me daba swing. Tomaba más o menos medio litrito. Pero la medida del cagómetro depende de cada uno. El vino me soltaba. Me liberaba. Me hacía perder el miedo”.

Hugo Orlando fue uno de los mejores arqueros argentinos de todos los tiempos. Pero, además, un estereotipo de Loco que contribuyó a hacer de este deporte un espectáculo más divertido: “Yo soy un arquero malo, pero le hice creer a la gente que soy el mejor. Soy un jugador de campo, pero soy tan inteligente que convencí a todos de que el mejor soy yo”.

“El problema de Gatti fue haber jugado en River y Boca. Por tal motivo, no lo reconocen como deberían. En la historia grande de los clubes, los que terminan siendo los históricos son los que vistieron una de las dos camisetas, no ambas. Con el paso del tiempo, no tuvo el lugar de privilegio que él pretendía. No se sintió reconocido ni por uno, ni por otro. Y por eso decidió irse a una iudad donde no jugó nunca, pero que le abrió las puertas y lo reconoció como un gran futbolista”, reflexionó Passucci sobre su estadía desde hace varios años en Madrid. Allí, Gatti jugó un partido impensado contra el coronavirus. Y volvió a ganar.

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Fuente: Infobae